La Capilla SAN BENITO saluda
con cariño a los vecinos y los invita a participar de las siguientes
actividades: MES de ENERO, todos los
sábados 6, 13, 20 y 27 a las 16.15
horas Santa MISA.
- 1 de enero: SOLEMNIDAD SANTA MARÍA, MADRE de DIOS
- *51ª JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ "Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz"
- *4-12 de Enero 2018: “Con Vos renovamos la historia”
- 11º Misión Juvenil Diocesana os espera en Puerto San Julián
- 6 de enero: SOLEMNIDAD de la EPIFANÍA del Señor. Reyes Magos
- * En el tráiler San Benito (14:50 a 16 horas). ORATORIO del SÁBADO: después de la Misa merienda compartida
- *7 de Enero: BAUTISMO del Señor.
- 13 de enero: Misa del 2do domingo durante el año. Ciclo B. ORATORIO del SÁBADO: después de la Misa merienda compartida.
- *17 de Enero: San Antonio, abad.
- 20 de enero: Misa del 3er domingo durante el año. Ciclo B y San Fabián. ORATORIO del SÁBADO: después de la Misa merienda compartida.
- *21 de Enero: Santa Inés.
- *22 de Enero: Beata LAURA VICUÑA.
- *25 de Enero: La conversión de San Pablo.
- 27 de enero: Misa del 4to domingo durante el año. Ciclo B. ORATORIO del SÁBADO: después de la Misa merienda compartida.
- *31 de Enero: SAN JUAN BOSCO, protector de la Patagonia.
Para la inscripción para la catequesis
de los niños de primero y segundo año de Comunión y Confirmación se efectuará
en el mes de febrero. Sigue los encuentros
para el grupo juvenil -
animadores-misioneros del TEMPLO SAN BENITO
CAPILLA SAN BENITO (Tráiler del Padre Juan).
MENSAJE
DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN
DE
LA 51 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 DE ENERO DE 2018
Migrantes
y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz
1. Un deseo de paz
Paz
a todas las personas y a todas las naciones de la tierra. La paz, que los
ángeles anunciaron a los pastores en la noche de Navidad, es una aspiración
profunda de todas las personas y de todos los pueblos, especialmente de
aquellos que más sufren por su ausencia, y a los que tengo presentes en mi
recuerdo y en mi oración. De entre ellos quisiera recordar a los más de 250
millones de migrantes en el mundo, de
los que 22 millones y medio son refugiados. Estos últimos, como afirmó mi
querido predecesor Benedicto XVI, «son hombres y mujeres, niños, jóvenes
y ancianos que buscan un lugar donde vivir en paz». Para encontrarlo, muchos de
ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas a través de un viaje que, en la mayoría de los casos, es largo y peligroso; están dispuestos a
soportar el cansancio y el sufrimiento, a
afrontar las alambradas y los muros que se alzan para alejarlos de su destino. Con
espíritu de misericordia, abrazamos a todos los que huyen de la guerra y del
hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la
discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental. Somos conscientes de que no es suficiente
sentir en nuestro corazón el sufrimiento de los demás. Habrá que trabajar mucho
antes de que nuestros hermanos y hermanas puedan empezar de nuevo a vivir en
paz, en un hogar seguro. Acoger al otro exige un compromiso concreto, una
cadena de ayuda y de generosidad, una atención vigilante y comprensiva, la
gestión responsable de nuevas y complejas situaciones que, en ocasiones, se
añaden a los numerosos problemas ya, así como a unos recursos que siempre son
limitados. [….] Pero las personas también migran por otras
razones, ante todo por «el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas
ocasiones el deseo de querer dejar atrás la “desesperación” de un futuro
imposible de construir». Se ponen en camino para reunirse con sus familias,
para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de educación: quien no puede
disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz. Además, como he subrayado
en la Encíclica Laudato Si «es
trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la
degradación ambiental».
2. Una mirada contemplativa
[…] Necesitamos ver también la ciudad donde
vivimos con esta mirada contemplativa, «esto es, una mirada de fe que descubra
al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas [promoviendo]
la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia»; en
otras palabras, realizando la promesa de la paz. Observando a los migrantes y a los
refugiados, esta mirada sabe descubrir que no llegan con las manos vacías:
traen consigo la riqueza de su valentía, su capacidad, sus energías y sus
aspiraciones, y por supuesto los tesoros de su propia cultura, enriqueciendo
así la vida de las naciones que los acogen. Esta mirada sabe también descubrir
la creatividad, la tenacidad y el espíritu de sacrificio de incontables
personas, familias y comunidades que, en todos los rincones del mundo, abren
sus puertas y sus corazones a los migrantes y refugiados, incluso cuando los
recursos no son abundantes. […]
3. Cuatro piedras angulares para la acción
Para
ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a
las víctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz
que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger,
proteger, promover e integrar.
«Acoger»
recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no
expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la
persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad
nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales. La Escritura
nos recuerda: «No olvidéis la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo,
hospedaron a ángeles».
«Proteger» nos
recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los
que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su
explotación. En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a
situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos. Dios
no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano
y a la viuda».
«Promover» tiene que ver con
apoyar el desarrollo humano integral
de los migrantes y refugiados
. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo
subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el
acceso a todos los niveles de educación: de esta manera, no sólo podrán
cultivar y sacar el máximo provecho de sus capacidades, sino que también estarán
más preparados para salir al encuentro del otro, cultivando un espíritu de
diálogo en vez de clausura y enfrentamiento. La Biblia nos enseña que Dios «ama
al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amaréis al
emigrante, porque emigrantes fuisteis en Egipto».
Por
último, «integrar» significa
trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la
vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y
de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las
comunidades locales. Como escribe San Pablo: «Así pues, ya no sois extraños ni
forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios».
4. Una propuesta para dos Pactos internacionales
[…]
El diálogo y la coordinación constituyen, en efecto, una necesidad y un deber
específicos de la comunidad internacional. Más allá de las fronteras
nacionales, es posible que países menos ricos puedan acoger a un mayor número
de refugiados, o acogerles mejor, si la cooperación internacional les garantiza
la disponibilidad de los fondos necesarios […]
5. Por nuestra casa común
Las
palabras de San Juan Pablo II nos alientan: «Si son muchos los que comparten el
“sueño” de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los
refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos,
y nuestra tierra verdaderamente en “casa común”». A lo largo de la historia,
muchos han creído en este «sueño» y los que lo han realizado dan testimonio de
que no se trata de una utopía irrealizable.
Entre
ellos, hay que mencionar a santa Francisca Javier Cabrini, […] Esta pequeña gran mujer, que consagró su vida
al servicio de los migrantes, convirtiéndose más tarde en su patrona celeste,
nos enseña cómo debemos acoger, proteger, promover e integrar
a nuestros hermanos y hermanas. Que por su intercesión, el Señor nos conceda a
todos experimentar que los «frutos de justicia se siembran en la paz para
quienes trabajan por la paz».
Francisco
Vaticano,
13 de noviembre de 2017. Memoria de Santa Francisca Javier Cabrini, Patrona de
los migrantes.
¡Acompañados por el Obispo, los sacerdotes, religiosas de las comunidades presentes en la Diócesis, alternarán momentos de oración y misión, formación y compartir, Eucaristía y fiesta!
RECORDAMOS EL CUMPLEAÑOS DE:
10/01 CLAUDIA ERIKA TORRES.